Contar sin parar

08 mayo 2006

Alicia Rozas








Ñiiiii, la puerta se abre lenta y pesadamente. Una mano temblorosa busca el interruptor de la luz, el fluorescente no termina de ponerse en marcha y sólo da flashes de luz interrumpidos que proyectan de la habitación una imagen aún más fantasmagórica. La mujer asoma la cabeza, lo primero que nota es el olor acre, de cuarto cerrado durante mucho tiempo.

En la esquina opuesta, de espaldas a la puerta, se recorta una figura menuda sentada, rubia con trenzas, ocupada en algún tipo de labor imposible de discernir desde la puerta, sobre una vieja mesa de escritorio llena de papeles y diversos materiales de papelería. Sin girarse a mirar exclama, con una voz sorprendentemente grave y despectiva para su edad:

- ¿Qué quieres, madre?

- Nada, hija – contesta la mujer temblorosa desde la puerta- que como no has comido nada, te traía un colacao con galletas.

La figura para en seco lo que está haciendo, gira levemente la cabeza hacia su derecha y se deja caer sobre el respaldo de la silla, en un gesto que delata que prefiere atender a su madre durante unos segundos, a alargar esa invasión de su intimidad durante el tiempo que llevaría una discusión imprevisible sobre la conveniencia de alimentarse.

Se levanta y se dirige hacia la puerta, momento que la madre aprovecha para entrar en el cuarto. Según se abre la puerta, la luz inunda la habitación y la madre aprovecha para echar un vistazo rápido al cuarto. Horrorizada y atemorizada a partes iguales, baja la mirada por miedo a que su hija la descubra. Retiene en su memoria las imágenes de unas paredes llenas de recortes de periódicos de lo más variopinto: “Mueren 12 excursionistas en accidente de autocar”, “No hay acuerdo, habrá segunda votación”, “Impactantes declaraciones de Chenoa”, “Sanidad estudia prohibir el consumo de chicles sin azúcar en menores”. Le asusta sólo imaginar qué pasa por la cabeza de su hija.

La chica da un sorbo al vaso humeante, y acto seguido lo escupe sobre la bandeja preparada por la madre.

- ¡Te he dicho mil veces que no me gusta el colacao caliente y con azúcar! ¡Eres una inútil!

- Hija, estamos en enero y esta habitación es tan fría, que pensé…

- ¿Quién te manda pensar? Interrumpe la niña. ¡Lárgate y llévate esta bazofia!

- Como quieras, hija – responde la madre, sumisa- Por cierto, hoy vienen de visita Concha y Carlos, creo que tienen un proyecto del que te quieren hablar.

A la niña se le ilumina la mirada con esa luz aterradora de quien está metido en su mundo, deleitándose en sus propios pensamientos durante un momento. Cuando se da cuenta, lanza una mirada asesina a su madre, que rápidamente, coge la bandeja y sale de la habitación tan sigilosamente como entró.

Ring, ring, el timbre insiste, mientras la mujer termina de tender la ropa. Ya se sabe el ritual de memoria y lo repite cada vez que hay visita, como una autómata. Mientras se dirije hacia la puerta de entrada, la ropa ondea sin que haya una brizna de viento en la calle.

Tras los protocolarios saludos, Alicia aparece en el salón con la mejor de sus sonrisas. Sin embargo, todo ese tiempo de auto-reclusión en su cuarto ha menguado sus habilidades sociales y la sonrisa que dibuja, aterra a los invitados, que sienten como un escalofrío les recorre de pies a cabeza. Se recomponen como pueden y le explican el proyecto que tienen en mente: “Farmacia 24 horas”.


Se turnan en la explicación del proyecto, probablemente ya lo han explicado antes y se les ve cómodos. No pueden evitar, sin embargo, lanzar de vez en cuando una mirada para saber la reacción de la niña. Y lo que ven no les gusta nada. Alicia no puede parar quieta en la silla, la cara que era todo sonrisas al comienzo, se ha ido volviendo cada vez más agria, retuerce la correa del reloj con nerviosismo, y la sangre se va concentrando en su cara, dándole un tono cada vez más rojo. Carlos pierde la concentración y Concha le echa un par de capotazos para poder seguir con la explicación.

De repente, Alicia se levanta furiosa, fuera de sí y se dirige a toda prisa hacia su cuarto. Su madre deja caer la cabeza entre sus manos, en un gesto de desesperación y resignación al mismo tiempo, pero con la misma rapidez que Alicia ha desaparecido del salón, se levanta, baja las persianas, corre las cortinas, y lanza una última mirada a sus invitados.

- Lo siento -murmura, y se encierra en su cuarto.

(Continuará... si se me ocurre cómo)

7 Comments:

At mar may 09, 03:43:00 a. m. 2006, Blogger Sr Vodka said...

solo tengo dos palabras.

ADO-RABLE

...espero ansioso la segunda parte. It is funny.

si te parece te mandaré x email una versión mía ( cuando me apetezca escribirla )

 
At mar may 09, 09:55:00 a. m. 2006, Blogger zarevitz said...

de nuevo, como siempre, me ha encantado.

(he tenido que buscar en google para saber quién era la niña. ¿qué papel hacía en la serie?)

 
At mar may 09, 12:42:00 p. m. 2006, Blogger Ignacio said...

Me parece, me parece... Puedes mandar lo que quieras, toda idea es bienvenida.

Zare, hacía de Fanny, la tercera hija, que no recuerdo muy bien si era adoptada o hija de una aventura del marido. Me suena más lo último.

 
At mar may 09, 11:35:00 p. m. 2006, Blogger Coda said...

ziipp, dios mio,los pelos como escarpias me has puesto del acojone... es cierto, es la versión española de la niña del exorcista, le faltaba mearse delante de los invitados mientras uno de ellos toca el piano...

 
At vie may 12, 12:28:00 p. m. 2006, Anonymous Anónimo said...

Creo que voy a dejar los "qué pasó cones" hasta que se me ocurra algo medianamente original, porque es cierto que ha quedado muy exorcista y la idea era otra. Me entretuve tanto en la introducción, que al final se ha quedado en eso. Si se me ocurre qué hacer con la segunda parte (y con Melchor, XDD), la pongo.

 
At dom jun 24, 08:04:00 a. m. 2007, Anonymous Anónimo said...

olaaa me gustooo
me gustaria me agregaras atu msn
tinkerbell_ll@hotmail.com
zaludos
bae

 
At dom dic 02, 10:51:00 p. m. 2007, Blogger Guadalupita said...

pobre madre, me da pena!!!!

 

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