Qué pasó con ... Susana Estrada (II)

Nota: bueno, bueno, qué lío he armado. No podía publicar porque me decía que me faltaba espacio. Borré incluso el post de ayer y ni por esas. Resulta que el problema es que era un post muy largo (en el preview me salen unas letras para ciegos), así que lo he dividido en dos. Si alguien quiere leerlo, que empiece por el de debajo que no sé cómo ponerlos al revés.

Días más tarde, en la televisión suena la sintonía del programa de cotilleos por excelencia. Ramón, mientras recoge los restos de la cena, reconoce la voz de su madre, vuelve corriendo al salón y boquiabierto, contempla cómo su madre –radiante- es entrevistada en directo por el presentador.

- ¿Sí? Hola, hijo.

- ¡¡¡Mamá!!!

- ¿Qué pasa?, ¿algún problema en casa? ¿no habrá vuelto A punto C punto, verdad?

- Mamá… (casi perdiendo la paciencia) ¿Qué haces en la tele? ¿y contándoles esa patraña?

- Hijo, lo que más me duele es que subestimes a tu madre ¿por qué los hijos siempre se creerán más listos que los padres? ¿acaso creen que su inteligencia les viene por mandato divino?

- Sí, sí, mamá, lo que tú digas ¡¡¡pero que estás contando a toda España que te has operado las tetas!!!

- ¿Y?

- Pues que te van a descubrir, mamá.

- Ay, hijo, algún día te enseñaré un par de cosas sobre este mundo. Pero ahora tengo prisa, que la pausa de publicidad no creo que de para mucho más. ¿Tú crees que les importo lo suficiente para comprobar si es verdad o no? ¿Ves?… me subestimas. Yo sé que no soy un personaje que les importe lo suficiente, sé que mi carrera se marchitó hace tiempo. Sólo les sigo el juego porque tenemos que pagar las facturas. Además, hijo, no hay nada que un poco de bótox en el escote y un wonderbra dos tallas más pequeño, no solucionen.

- ¿Te has inyectado bótox en las tetas?

- Pechos, hijo, pechos. Qué poco glamuroso eres a veces. Sí, me he puesto bótox ¿salen bien por la tele?

- Sí, mamá, estupendas, pero ¿estás segura de que no lo comprobarán?

- Jajaja, no creo que al sangre de horchata del presentador se le ocurra meterme mano. Además ¿no has oído la entrevista? Hablé con la Clínica Bruxillas y llegué a un acuerdo con ellos. Ellos jurarían que me habían hecho la operación, a cambio de que yo no dejase de repetir su nombre en la tele. Yo he cumplido mi parte, espero que ellos cumplan la suya.

- Estás como una cabra, mamá (orgulloso de su madre).

- Lo sé, hijo. Bueno, te tengo que dejar que me llaman. Oye, y saca el pan del congelador que siempre se te olvida. Te dejo, ciao, ciao.

- Hasta luego, mamá.