Contar sin parar

15 octubre 2006

El Rastro

El Rastro debe su nombre al rastro de sangre que antaño corría calle abajo, procedente del curtido de las pieles de animales en la Ribera de Curtidores.

Esto es lo que me habría gustado encontrar en la wikipedia. Antaño es, probablemente, la palabra que mejor define El Rastro.

Mucho antes de se pusiera de moda lo retro, El Rastro siempre ha sido un lugar para los recuerdos. Un lugar donde encontrar un costurero del siglo XIX por más de 1.000 euros, aquel cenicero de cristal color ámbar de forma sicodélica que era horroroso y se rompió de forma "accidental", o el tambor de detergente redondo donde metías tus juguetes y que, vacío, servía para demostrar que lo tuyo no era la percusión.

Todo eso he visto hoy visitando El Rastro, todo eso y miles de cosas más: ventanas de madera típicas de las casas de pueblo, que ahora se usan como decoración; jarras de cristal, botes de Cola Cao al estilo Cúentame, relojes de bolsillo, marcos antiguos o simplemente viejos, incluso fotos en tacos como los cromos, de gente que vete a saber quiénes eran; cables, bombillas, imágenes de cristos, de vírgenes, cubiertos que, a lo mejor la gente de las fotos se llevó a la boca en algún momento de su vida; fabulosos baúles como los que debía usar la Piquer, y toda la chatarra y cacharrería que uno se pueda imaginar. No creo que haya nada que no puedas encontrar en El Rastro si tienes la paciencia para visitarlo regularmente y para revolver.

Para mí, si hay algo que marca el "tipismo" de Madrid, no son los desfiles de chulapas y chulapos, que me da la impresión que se ven como algo anecdótico y trasnochado, si no El Rastro.

En El Rastro encuentras el pardillo que pagará lo que le pidan por un marco de supuesta plata, el simple observador, el que regatea como un experto con el tendero, el que es capaz de encontrar lo que busca con un par de golpes de vista, el tendero maleado en años de aguantar mirones y chorizos que pide un euro por adelantado si quieres coger un objeto susceptible de entrar en un bolsillo, el pícaro que va pregonando las gangas de lo que a todas luces parece material robado, o el chatarrero que refleja en su cara la dureza de su oficio transmitido de generación en generación.

Y me encanta, por si no se había notado. Así que como me apetecía darme un capricho, me he comprado esta preciosidad:


La foto es de ebay, el que yo me he comprado es cromado, aunque habría preferido este color, pero estas cosas es lo que tienen, no hay donde elegir. Es una de mis debilidades, coleccionar estos coches con los que jugábamos ... antaño.

6 Comments:

At dom oct 15, 08:57:00 p. m. 2006, Blogger zarevitz said...

"el tambor de detergente redondo donde metías tus juguetes y que, vacío, servía para demostrar que lo tuyo no era la percusión"

en casa de mis padres hay una foto que viene ni que pintada. prometo escanearla en navidad y colgarla en el blog. :D

 
At mar oct 17, 06:57:00 p. m. 2006, Anonymous Anónimo said...

En el tambor de detergente yo guardaba los Legos, las Barbies descansaban (casi siempre desnudas xD) en una caja de zapatos que mi abuela bautizó como el depósito de cadáveres.

Visitar el Rastro siempre trae recuerdos y nostalgias, a mi también me encanta. Me ha gustado muncho este post, señor ziipp ;)

 
At sáb oct 21, 09:33:00 a. m. 2006, Blogger Sr Vodka said...

pues yo que todas las veces que he ido a Madrid, nunca me han llevao al rastro? Grrrrr

Aunque bueno, en Gijón tenemos un Micro-Rastro que lo ponen los domingos alrededor del Molinón...pero vamos, que no pasa de ser mercadillo con dos o 3 puestos de antiguallas.

 
At dom oct 22, 12:34:00 p. m. 2006, Blogger Apañao said...

Joer tío qué bien has dejao nuestro rastro, no?. Las ultimas veces que he ido he salido un poco asqueado de tanta peña junta, y de la monotonía de la mayoría de los puestos, por lo menos de los de curtidores.

Sr Vodka, usté no se preocupe que la próxima vez que vuelva a madrid iremos pal rastro.

Ah! y no veo la foto del coche... sniff.

 
At dom oct 22, 07:33:00 p. m. 2006, Anonymous Anónimo said...

Yo también tenía un tambor de detergente lleno de juguetes en el pueblo. Que luego al coger cualquiera de ellos tenía impregnao el olor a jabón. Me acuerdo del olor y todo. Yo no soy muy de rastro, demasiada gente junta. Aunque una vez al año no hace daño.

 
At mar oct 24, 12:34:00 p. m. 2006, Blogger Ignacio said...

Estoy teniendo problemas con blogger :((, supongo que por eso no se ve la foto, yo puedo leer los comentarios a días alternos. No sé si dependerá de la lluvia, jajaja.

Es la cruz del Rastro, las multitudes. Para que no te pille todo el mogollón hay que levantarse medianamente pronto. Y levantarse pronto un domingo por la mañana es durillo.

En mi caso, tiene que darse la circunstancia de que me apetezca levantarme pronto, que no llueva, y que sepa que me puedo permitir un capricho, aunque al final no vea nada que me guste. Así que todo eso junto hace que sólo vaya una vez al año. De todos modos, hay tiendas que están ahí todos los días.

Una lástima lo de los tambores de detergente, murieron con los contenedores multiusos y multicolores de Ikea y los detergentes concentrados y/o líquidos. Lo que me alucina del tambor de detergente que vendían, es que se conservaba completamente blanco y en perfecto estado, cuando no deja de ser un trozo de cartón con ¿cuántos? ¿15 años al menos?

 

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