Contar sin parar

25 octubre 2006

En el chino

En el chino

La vecina discute con acento latino, porque el gato de la vieja no le deja dormir en el chino (…) En el mismo corazón de la ciudad. R. Futura.

Día libre.

Por fin, después de semana y pico, el día amanece con sol en Madrid. Así que decides que día libre + sol son una combinación que a lo mejor no ves en un tiempo, y te vas de compras.

Llegas a la calle donde está esa tienda de ropa vaquera a la que llevas yendo lustros, esa tienda, donde a pesar de lo que dice la publicidad, la ropa es más barata que en los grandes almacenes, donde te arreglan la cintura, los bajos o lo que haga falta y te atienden estupendamente. ¿Me la habré pasado? Yo diría que estaba a esta altura, pero aquí sólo hay una tienda de confección china.

Primer plano sobre la cara de pánfilo del protagonista, el plano se va abriendo mientras el protagonista, parado en la acera, mira a su alrededor. Se sigue abriendo el plano, ahora se ve toda la calle, y descubrimos que todo alrededor son tiendas de confección china.

Sí, has llegado a Lavapiés o al barrio chino. El 90% de los comercios son chinos, el 90% de los transeúntes son chinos, el 90% de las conversaciones son en chino.

Decides que no encontrar una tienda no te va a estropear el día de compras, así que recurres a los dichosos grandes almacenes.

Ves unas cazadoras vaqueras que te gustan, perfectamente dobladas y sin precio a la vista. Mala señal. Pero son de la marca Gas que no conoces, así que no será una marca especialmente cara, supones. Un amable dependiente te pregunta si te puede ayudar. Respondes: "sí, no sé cómo va lo de las tallas de las cazadoras". Te contesta: “yo diría que para ti una L debería valer, a ver la que llevas puesta”. Te la quitas, a pesar de que ibas perfectamente trendy con tu chaqueta de punto con capucha por fuera, puesta debajo. Efectivamente es una L. Te pruebas la talla L en medio de una columna con espejos. El amable dependiente te dice al ver que intentas estirarla, “es que son cortas porque son rollo motero”. No sabes qué responder, mejor dicho, no puedes responder porque estás conteniendo la respiración. El amable dependiente te ve, se da cuenta, y finalmente dice, “igual deberías probarte una XL”. Piensas: sí, si quiero respirar a lo mejor debo probar otra talla. Va al almacén a buscarla. Mientras tanto, te desembutes y te vuelves a poner la tuya. La miras, efectivamente una L, y tienes que llevar los puños doblados porque son largos. Esto que te acabas de probar, en el mundo del sentido común no es una L. La miras, la remiras y finalmente encuentras el precio: 105 € . Vuelve el amable dependiente y te dice que no hay XL, sólo XXL. Le preguntas “¿esto es el precio?” “Sí”, te responde. “Entonces da igual que no haya XL, ni L, ni M”, le contestas. “Sí, es un poco demasiado ¿no?” te contesta él. “Un poco bastante”, respondes tú. Y añades: “perdona por las molestias”. Y te vas.

Finalmente, para no alargarlo, en otra sección, encuentras una cazadora vaquera menos cara y te la compras. Aunque también sea XL porque alguien, en algún momento de brillantez decidió que una persona delgada tiene que usar una XL, decidió cambiar todo el sistema de tallaje para que una parte de la población ¿quién?, se sienta satisfecha al comprobar que entra en una talla de número bajo. Una vez en casa, harás el masoquista ejercicio de ponerlas juntas, tu vieja L y la nueva XL, y comprobarás que tienen exactamente el mismo tamaño.

Pensando en hablar de esto de las tallas en un blog, vas camino de la tienda de A.D. (aquél de la arruga,) que hay en Gran Vía, una de las pocas tiendas con escaparates y escaleras de madera, grandes espejos, y suelos enmoquetados que te transportan a otro siglo. Llegas y está cerrada por próxima construcción de un hotel ¿hacen falta más hoteles en el centro de Madrid? ¿hace falta construir más en Madrid?. Te resignas de nuevo, miras el reloj y piensas: bueno, así no me gasto tanto. Caminas Gran Vía abajo, tomas el Pº del Prado, y cuando ya te sientes todo bucólico con las vistas y el paseo, te enciendes un cigarro antes de llegar a Atocha, porque eres buen ciudadano y procuras fumar al aire libre.

Chof, chof, chof ….ratatatatá, empiezan a caer chuzos de punta. Se te apaga el cigarro, intentas meterte en los tejadillos de los puestos de los libreros, pero ya están ocupados por viejecitas de misa de 11 en el Medinacelli, que se empeñan en tener los paraguas abiertos debajo de los tejadillos. Como no quieres que te saquen un ojo, sigues caminando y en dos minutos - ni 3, ni 5, ni 10- en dos minutos, estás chorreando. Envidias a quienes se les riza el pelo con la humedad, a ti sólo se te aplasta contra la cabeza, te chorrea, te chorrea la nariz, las manos, la cazadora vaquera vieja, los pies hacen ruido, encharcados dentro de los zapatos. La chaqueta de punto supertrendy de Desigual (nombre muy apropiado, por cierto), que ya se dio de sí al primer lavado y se hizo bolillas, amenaza con llegarte a las rodillas. Te das cuenta que pocas cosas hay que pesen más cuando se mojan: los vaqueros y el punto. El primer día, en semana y pico, que sales sin paraguas.

Llegas a la estación de Atocha, intentas mantener la dignidad, obviar que llevas los pelos de José Oneto, y caminar como si no te pesara la ropa, frente a una legión de gente seca, que ni siquiera sabe que fuera está lloviendo. Llegas al andén, acabas de perder el cercanías, claro está. Te enciendes un cigarro, porque en el andén también llueve, y si llueve, decides que también puedes fumar. Por el rabillo del ojo, ves como un guardia de seguridad se acerca hacia ti. Antes de que pueda abrir la boca, giras la cabeza hacia él con la rapidez de la niña del Exorcista, y le lanzas una mirada furiosa, que sin una sola palabra, le dice "Como te acerques a decirme que no puedo fumar, te comes el cigarro, el mechero y la puta bolsa empapada con las compras de hoy, con la mierda de cazadora XL, ostia puta”. Así que sigue hacia adelante, como si no te hubiese visto.

Qué bonito es el otoño….

2 Comments:

At mié oct 25, 07:46:00 p. m. 2006, Anonymous Anónimo said...

jajaja, qué arte tienes relatando!
La verdad que si que han caído chuzos de punta esta mañana. Espero que no se me resfríe.
;)

 
At vie oct 27, 04:35:00 a. m. 2006, Blogger Mila-Z said...

Está visto que lo que no puede el "infienno amarillo", lo puede el tallaje encogío, el morro de algunas marcas, las viejas de misa de 11 o la piuta climatología...xD

Los días libres son muy golosos pa' las cadenas de pequeñas desgracias ;P

 

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